cusqueños ilustres

Desde 1990 el autor de este blog ha ido investigando la vida y obra de los autores, intelectuales y artistas cusqueños contemporáneos habiendo tratado de más de medio centenar de ellos agrupados en la obra inédita "Cusqueños Ilustres" algunos de estos personajes son los que tratamos aquí. A quienes visiten y se informen sobre los contenidos, les pedimos que citen la fuente y eviten el plagio.

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Thursday, October 01, 2009

CLORINDA MATTO, EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE

APOLOGETICO EN FAVOR DE CLORINDA MATTO DE TURNER

Por: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

CUSQUEÑIDAD DE DOÑA CLORINDA

“Detesto el agua tibia y los temperamentos indecisos; por eso amo y odio con llaneza y ardor, y lo que emprendo llega a la cima. Esta gira europea misma que estoy realizando, sola, cumplidos ya los cincuenta años de existencia, es manifestación comprobatoria del carácter cimentado en la sentencia shakesperiana, ser o no ser. Si no nací en Londres, nací en el Cuzco, y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía; yo la detesto del mismo modo que al agua tibia” (Clorinda Matto de Turner en “Viaje de Recreo” Pág. 141).

Cierta vez mi padre, me leyó este párrafo que había subrayado en el libro “Viaje de Recreo”; con estas frases la propia escritora rebatía opiniones de escritores e historiadores que, por no haber encontrado una partida de nacimiento o bautismo con el nombre de Clorinda, la hicieron nacer en la hacienda de Paullo Chico, cerca de Calca.

Murió mi padre y quedé con la incertidumbre. Con el correr de los años, volví a incursionar en la vida y obra de la gran escritora; leí una serie de escritos, todos ellos contradictorios, que hacían suponer que el lugar del nacimiento de doña Clorinda no estaba esclarecido.

El Cusco es una ciudad que fue cuna de grandes personajes históricos; mezquino sería, pretender prohijarle hijos ajenos, sería peor, si como hijos no reconociésemos a los propios. Más aún si hay veracidad expresa y escrita.

Es pues tácita la importancia de disputarle al Cusco, el honor de haber sido cuna de Clorinda. Eulogio Tapia Olarte en su tesis titulada “5 Grandes escritores cusqueños en la literatura peruana” (Cusco 1934) afirma que la escritora nació el 11 de noviembre de 1856 en la hacienda de Paullo en la jurisdicción de la provincia de Calca. Como él varios autores afirman ese origen. El ilustre escritor y jurisconsulto calqueño Dr. Alcides Estrada, mantiene una opinión parecida con argumentos respetables, aunque no seguros, sostiene que Clorinda nació en Paullo Chico el 11 de noviembre de 1852, porque Clorinda dedicó a su “Comprovincianos” su “Boceto descriptivo de la provincia de Calca”, escrito “para hacer una triste a la vez halagüeño recuerdo de aquella deliciosa provincia donde rayaron los primeros albores de mi vida”, esto no afirma que ella nació en Paullo, sino, es una muestra de agradecimiento con la provincia donde pasó los primeros días de su infancia. Lo cual por supuesto, no des amerita la excelente labor estudiosa efectuada a través de años de amorosa dedicación al tema por parte del Dr. Alcides F. Estrada.

Augusto Tamayo Vargas escritor y crítico literario publicó en la revista Cultura Peruana N° 58 Lima 1953, una biografía sucinta de Clorinda apoyándose en escritos de José Gabriel Cosio para afirmar que ella nació en Cusco. El artículo del Dr. Cosio. Aludido por Tamayo debe ser, más bien, un ensayo como lo que ese talentoso maestro acostumbraba regalar a la inteligencia de su época y debe haberse fundamentado en la lectura de “Viaje de Recreo” y la frase subrayada por mi padre.

Manuel E. Cuadros, había descubierto una partida de nacimiento fechada el 30 de diciembre de 1852 perteneciente a Grimanesa Martina Matto párvula de un mes y diez y nueve días (es decir, nacida el 11 de noviembre de 1852) en la capilla de Sagrario, en la Catedral del Cusco donde se consigna que era hija legítima de Ramón Matto y Grimanesa Usandivares. La partida fue publicada en el libro “Paisaje y Obra ... Mujer e Historia: Clorinda Matto de Turner” Ed. H.G. Rozas Cusco, 20 de agosto de 1949. Dedicado a la escritora por el Dr. Cuadros; dato considerado por Basadre en “Peruanos del Siglo XIX” (1981) y Eduardo Pimentel en un artículo de la revista Ciencias y Artes (Cusco 1966). Con ello y con el párrafo subrayado creemos que el asunto del lugar de su nacimiento estaría definitivamente resuelto. La fecha de nacimiento fue el 11 de noviembre de 1852 y no de 1854, ni 1856 aunque, subsiste la discrepancia sobre el nombre.

¿IMITADORA DE PALMA?

Otro controvertido punto por aclararse es el supuesto “propósito de imitar a Palma”, con que algunos críticos pretendieron desacreditar a la tradicionista. Clorinda desde 1875 escribía sus “Tradiciones Cuzqueñas” y las publicaba con diferentes seudónimos en periódicos limeños como “El Correo del Perú”; pero no como dice Luis Alberto Sánchez (1989) “Con el visible propósito de imitar a Ricardo Palma”, y repite en otro lugar, con mala intención “Clorinda Matto, trató de imitar al Palma de las Tradiciones, con dos diferencias: Primero, le faltó la picardía de don Ricardo, y segundo, quiso explotar precisamente el sector que Palma había dejado intacto: el indígena”. Como si el género de las tradiciones fuese propiedad particular y exclusiva de Palma, en el Perú, un país tan antiguo y tradicional, donde hay tradiciones para recogerlas en cualquier rincón o poblacho y muchísimo más en el Cusco. Si Palma no tocó lo indígena fue por que no lo sentía suyo (aunque alguien probó que nació en Apurímac y fue hijo de un párroco). Como criollo y zambo le venía bien la tradición costeña con picardía. Salsa, zamacueca y todo. Otra pluma tenía que escribir lo que es auténticamente peruano e indio y quién más que una hija del Cusco, para hacerlo. Sabemos que el gusto serrano, cholo o indio es sobrio franco y directo. S contradice Sánchez, cuando afirma que el mismo Palma” le prestaba su más amplio estímulo, considerándola como su mejor discípula” como se lee en el prólogo de Palma a la primera edición de “Tradiciones Cuzqueñas” (1884): “la señora Matto de Turner ha sabido explotar el rico filón de documentos escondidos en los empolvados archivos de la imperial ciudad de los incas; tarea patriótica que hombres han desdeñado acometer y que, con tan cumplido éxito, ha conseguido realizar mi predilecta amiga”. Lo mismo leemos en Porras Barrenechea (1)

Tal parece que los celosos cuidantes, como el perro del hortelano, no comieron ni dejaron comer, y, no hay otro tradicionista después de Palma que la ilustre señora Matto Salvo ocasionales tradicionistas como Manuel Atanasio Fuentes, Marco De la Fuente y Aureliano Villarán rescatados del olvido por la incesante labor investigadora de Estuardo Nuñez.

TEMPRANA CONSAGRACIÓN

Luis Alberto Sánchez, en “La Literatura Peruana” (1989), t. III, afirma que los artículos y discursos de Don Manuel Gonzáles Prada contra el centralismo y a favor de la provincia influyeron en la obra literaria de sus amigos y seguidores como Doña Clorinda Matto, Emilio Gutiérrez de Quintanilla, Abelardo Gamarra “El tunante” y Doña Mercedes Cabello de Carbonera. Prada había publicado en “El Perú Ilustrado” (1890) la balada “El Mitayo” denunciando enérgicamente la miserable condición en la que, criollos y mestizos mantenían al indio; creemos que influido, por la lectura de “Aves Sin Nido” que se publicó 1889.

Clorinda, había retornado a Lima el 86, año en que González Prada, los Prado Ugarteche, la cajamarquina Amalia Puga y otros, conformaban el “Circulo Literario”. La escritora, integró también el “Ateneo” de Lima y abrió su propio salón literario. Dice Sánchez “No se registran en nuestra historia literaria caso de tan rápido triunfo de una escritora provinciana hasta que no aparece Clorinda Matto. En enero de 1889, es la directora de “El Perú Ilustrado”, la más alta tribuna literaria de Lima. Ese mismo año publica Aves sin Nido. Su personalidad está consagrada”. Diez años antes en 77 había sido coronada en casa de la escritora argentina Doña Juana Manuela Gorriti, recibiendo una tarjeta de oro, valiosa prenda que ofrendó para la defensa de la Patria durante la agresión chilena.



CAMPAÑA DE DESCREDITO

Tal triunfo de una “provinciana” promovió pasiones bajas en personajes canallescos como Juan de Arona, quien la combatió gratuitamente. Este autor, en sus injuriantes “Chispazos””, había trocado el nombre de la escritora Mercedes Cabello por procacidades dañándola moralmente. Arona o Pedro Paz Soldán y Unanue fue un talento fracasado, había viajado por Europa y el cercano oriente estudiando lenguas raras, escribió el “Diccionario de Peruanismos” que le dio justo reconocimiento, fue diplomático en Chile y previno al país de la amenaza guerrerista. En 1886 falleció su esposa dejándolo con una familia numerosa. Hacho que frustró su talento y torció su actividad para zaherir con odio malévolo a sus opositores políticos pues, era acérrimo pierolista. Paz Soldán quién se llamaba a sí mismo el “malediciente” no vivió la caída de la dictadura Cacerista. Falleció el 95. Póstumamente Estuardo Nuñez publicó su interesante libro “Memorias de un viajero Peruano”.

Sabemos ahora que los detractores de Clorinda hablaron con envidia y callaron en todos los idiomas para desterrarle de la literatura nacional. A su tiempo, Ventura García Calderón lanzó sus dardos. Aquel acicalado señorito parisino que escribía mejor en francés; que fuera, al parecer, un candidato al Nóbel de Literatura, le parecían demasiado viriles los escritos de Clorinda, en los que enrostraba a aquella hipócrita sociedad criolla las atrocidades que se cometían con el indio como si hubiera una manera mas relamida de narrar la tragedia de la raza, con salsa y picardía, y es que, como dijera Arguedas, ese profundo critico de la huachafería criolla, en Lima todo se amaricona, entonces, el verbo rotundo y valiente en boca de una mujer parece palabra de hombre (V.G.C. había escrito “esta mujer parece un hombre y un hombre grave). De los 73 años que vivió García Calderón sólo 21 los pasó en el Perú a los 20 años viajó por unas semanas a Huaraz en busca de minas de plata, constituyendo su única experiencia peruana y su encuentro con los “indios”, pero de ellos difundió a los cuatro vientos y en francés las peores barbaridades en decenas de escritos en los que, el indio, invariablemente, aparece como cobarde, traidor, vengativo, un animal, una bestia de carga. Una raza degenerada que, como animal que era considerada, tenía pactos con las bestias, buitres y demonios; para el colmo, dice que el indio es caníbal y asesino de sus moribundos. Justificaba también la explotación sexual de las indias. Un personaje suyo en “La Venganza del Cóndor” había sido “obligado” a violar una india y declara que sintió lo que debieron haber sentido los conquistadores cuando “derribaban mujeres en los caminos”. Este escritor recibió múltiples honores por haber hecho conocer al Perú de un modo tan aberrante.

Hasta Mariátegui, olvidó a Clorinda en su ensayo sobre el proceso de la literatura, quizás porque el velo del olvido llegó hasta él o porque la obra de la escritora estaba ya perdida, en los anaqueles. Efraín Kristal en una reciente obra, (1991) responsabiliza por estas omisiones a la “campaña de descrédito” realizada por el “civilista” Ventura García Calderón, quien fuera a parar al exilio por su oposición a Leguía. Leguía subió al poder apoyado por lo civilistas; después por desavenencias políticas los combatió. En respuesta, estos atacaron su demagógico discurso indigenista elaborado a partir del pensamiento de González Prada y Clorinda Matto. Kristal incluye en su obra la cita siguiente: “El crítico escrupuloso, cuando tiene vocación de explorador va descubriendo en los anaqueles de la biblioteca de Lima novelas flojas que una polilla generosa destruye: El Padre Horán de Narciso Aréstegui, las publicadas en folletín de los periódicos y las de Clorinda Matto de Tourner (sic), costurera literaria, el genio de la vulgaridad, que remendaba en prosa doméstica, epistolar, novelas; novelas, como de todas las institutrices inglesas hasta que la muerte cortó el carrete de hilo y detuvo la máquina”. Tal había sido el género de crítica del reaccionario escritor afrancesado en su obra “Del romanticismo al modernismo” París 1910. Kristal, en otro acápite, denuncia “La eliminación sistemática de las contribuciones de las mujeres a la cultura peruana realizada por los intelectuales de fines del siglo”. Por una nota de pie de página en la obra de L.A. Sánchez nos enteramos que “Aves sin Nido” fue reeditado en Nueva York por The Américas Publishing C. en 1970 y en Buenos Aires, 1973; prueba de su vitalidad”.

La generosa polilla prefirió comer la hojarasca escrita por don Ventura.

EXCOMULGADA POR VENGANZA DEL CLERO.

Clorinda en “Aves sin Nido”, había criticado duramente a los malos curas que coludidos con explotadores gamonales, autoridades civiles y policiales, “Juez de paz gobernador y cura. Esa trinidad embrutecedora del indio” en palabras de Prada, explotaban inmisericordemente a los indígenas en los pueblos del interior. El cura Pascual era un bribón, poseedor de innumerables concubinas y maquinó una asonada para matar a la pareja de forasteros que se opusieron a sus abusos; al final de la obra se sabe que el Obispo era el padre de los dos jóvenes, hijos de diferentes madre, que deseaban desposarse. Sin dudar, en varios pasajes, la escritora propugna el fin del celibato, propone el matrimonio para los sacerdotes “como una exigencia social”. Propuesta aún escandalosa en estos días, cien años después. Es de imaginar que el clero la tenía en la mira y la oportunidad de la venganza llegó cuando publicó en las páginas de “El Perú Ilustrado” un poema del poeta brasileño Coelho Netto titulado “Magdala”.
El clero, todavía entonces con grandes poderes, realizó los últimos autos de fe contra la inteligencia; quemaron los libros y la efigie de la escritora en Arequipa y en Cusco.

Todo contra una escritora católica, que no tenía ni asomo de ateísmo o alguna posición herética y revolucionaria. Ya lo dijo J. Uriel García, que la señora Matto todavía no se había despojado de sus prejuicios religiosos “pues, mientras propugnada en sus obras un mejoramiento de la clase campesina y atacaba a cierto sector del clero, explotador tradicional del indígena, componía loas a la Virgen Santísima lo que no impidió a los santones cusqueños quemar en plaza pública su efigie y sus libros, como Omar o como Hitler y tuvo el error de participar en la política de la tiranía militarista del 1894-1895”.

Quizás por ello, estando en Roma, visitó al Papa Pio X; lo que prueba su indeclinable vocación católica y muestra la insanía abusiva del clero que la excomulgó.

Más de medio siglo después, el periodista cusqueño Edgardo “Lalo” Díaz Publicó en su periódico “MUNDO LIBRE N° 11, Cuzco 12 de Setiembre de 1948, las frases lapidarias de un suelto publicado por los fanáticos enemigos de Clorinda:
“Señora, vuestro nombre llevado ayer en alas de la fama al templo de la gloria, es hoy el objeto de la execración de todos, y, particularmente, de las que pertenecemos a vuestro sexo…

“Señora, no volváis a esta ciudad que tuvo la DESGRACIA DE DAROS EL SER. No volváis, porque tendríamos el dolor de maldeciros. De hoy en adelante, tenéis un lugar allá muy lejos… En el Oriente… Vos sabéis donde… No volváis Señora, porque vuestro nombre ha desaparecido de entre nosotros. Ayer, fue ignominiosamente quemado ante el pueblo apiñado que pedía, se convirtiera en cenizas vuestra efigie… Adiós señora, vuestro nombre queda cubierto de eterno oprobio….

La respuesta: Clorinda Matto a la manera del Nazareno, desde la olímpica altura de su dolor, les lanzó un piadoso “os perdono….”



DEFENSORA DE LA TIRANIA O ENEMIGA DEL CIVILISMO

Como observa el historiador Jorge Basadre, la señora Matto, en sus obras, ignora el problema de la tierra, busca el mejoramiento de la administración pública con personal idóneo y humanitario, cree que con la educación es posible salir de ese atraso sacando de la ignorancia a los indios. El propio presidente de la República Andrés A. Cáceres, le había escrito una carta felicitándola por su obra ofreciendo corregir los abusos y hacer que la instrucción fomente la independencia del aborigen. Ese acercamiento y la admiración que le inspiraba el héroe de la Breña, hicieron que tomara partido en defensa de un régimen que ya hacia agua. Estudios posteriores muestran que tuvo razón en apostar por una causa aparentemente perdida. Puesto que la revuelta del 95 que llevó al poder a Piérola; en la cual, Clorinda, perdió toda su riqueza personal y casi la vida, significó a la postre la restauración de la oligarquía tradicional y el civilismo en el poder. Estas fuerzas retardatarias de espíritu colonial y pro hispanista se enseñorearon propugnando una literatura servil, con la que Mariátegui, con la contundencia de su lógica, ajusto cuentas en su ensayo “El Proceso de la Literatura” reconociéndola como una literatura del colonialismo supérstite, de la nostalgia colonial de la casta feudal que, con Riva Agüero, declaraba sonriente, la supuesta invalidez del Incario en materia de Literatura “peruana” repitiendo servilmente la perorata del español Menéndez y Pelayo, que las civilizaciones de América se extinguieron sin dejar literatura.

El Amauta afirmaba que la generación “civilista” llamada “Futurista” no era sino “la más pasadista de las generaciones”. Colonos mentales que buscaban hasta sus temas de inspiración en España. Luis Benjamín Cisneros, por ejemplo, otro de los furiosos detractores de Clorinda Matto, había escrito una “Elegía a la muerte de Alfonso XII”. No podía existir, pues, una literatura peruana en un “Estado sin el indio y contra el indio”. Mariátegui sabía que la verdadera literatura peruana la habrían hombres y mujeres nacidos o inspirados en el áspero paisaje y exigente clima de los andes como más tarde encarnarían Ciro Alegría y José María Arguedas. Esa literatura tiene como fundamentos las obras de Narciso Aréstegui y Clorinda Matto de Turner.

TRIUNFANTE EN EL EXILIO

Huyendo de los perseguidores, Clorinda pasó por Chile, rumbo a la Argentina; país que la acogió como a verdadera hija y fue su segunda patria. Dedicada al magisterio en la Escuela Normal Superior de Buenos Aires destacó por su cultura y creatividad, “Analogía”, su texto didáctico de Castellano, fue adoptado para las escuelas normales argentinas. Publicó colaboraciones en los diarios y revistas; “La Nación”, “La Prensa”, “La alborada”, “El Álbum” etc. y fundó “El Búcaro Americano” para difundir el pensamiento y obra de las mujeres intelectuales americanas, en el continente y Europa. El éxito y la fama de la escritora repudiada por la canalla pierolista y el clero retrógrado de su país, trascendió América.

“VIAJE DE RECREO”

Leí con interés el libro y con la lectura, rememoré rincones, ciudades, espacios, museos, costumbres y lugares de esos países. Emocionado reviví las exclamaciones de nuestra paisana al recorrer París, Venecia o Roma y muchos de sus pensamientos también fueron los míos cuando rememoraba, con nostalgia, la patria lejana. Quizás por su poca difusión, parece una obra menor lo que en realidad es la crónica de la apoteosis de doña Clorinda, su reconocimiento universal como grande de las letras americanas.

El suyo será el viaje de un espíritu selecto y maduro que busca satisfacción en la cultura y el arte. Por doquier la recibirán las más altas personalidades de las letras y cada lugar o hecho importante, suscitarán en ella profundas meditaciones. Realizará en Europa, como. González Prada y después Mariátegui, Haya y Vallejo, su mejor aprendizaje.

Leer a Clorinda, madura, no es leer sus Tradiciones que, son más historia que literatura, o sus novelas todavía de inhábil acabado. Aquí encontramos en estilo llano, sereno, meditado y rotundo; lejos del tono declamatorio, lacrimoso y barroco de la primera etapa; están presentes la honda emoción y sabiduría erudita que brotan a raudales, la extraordinaria voluntad y tenacidad sin límites de su alma luchadora. Ese sólo gesto y actitud valiente frente a la vida nos conmueven. Es mensaje para la juventud americana de todo tiempo, es reto a realizar y emular lo que ella, ya madura, hiciera; ver de cerca la vieja Europa, desentrañando de su profundidad verdadera la semilla que ella quiso cultivar en nuestros corazones. Estudiemos pues, con devoción, la obra de nuestra paisana, recogiendo sus eruditas especulaciones, evocaciones de hechos históricos, obras literarias, leyendas, en fin toda su cultura generosamente entregada como ofrenda. Cuánto más nos hubiera legado Clorinda luego de esta nutrida experiencia europea de no habérnosla arrebatado la muerte segadora de esperanzas.

La obra nos acerca al espíritu mismo de la cusqueña universal, poseída por la fiebre de la creación artística, Espíritu bullente que busca las alturas como el cóndor y se solaza en su atalaya y le estalla el genio en exclamaciones y dolorosas evocaciones con el mismo sufrimiento que experimentara el inmortal cronista mestizo, su paisano. Presiente el fin, después de haber gastado hasta la última gota del cáliz de la existencia: ascendiendo al cráter del Vesubio, reviviendo la memoria de los muertos ilustres en París o Londres en los cementerios y despojos arqueológicos de aquella Europa. Admirando el amor de los amantes de Verona. Acariciando el lago verde de Venecia, hurgando en los museos y llorando sobre los mármoles rotos del foro y coliseo romanos donde resucitó, en su imaginación, al gladiador cristiano y a los mártires que murieron despedazados “con el cráneo que albergaba la esperanza roído por los leones”.

Fue así, que entre el mármol antiguo, el olor de las catacumbas y los despojos de Pompeya, encontró los orígenes, las orillas occidentales del mar de la cultura, midiendo distancia y espacio con nuestra orillas americanas para encontrarse, por fin, a sí misma identificada; resolviendo aquella ecuación de tantas variables imponderables: la identidad americana en el contexto universal y, trayendo todos los recuerdos gratos como ella dice “grabados en un corazón cusqueño”.

El 27 de mayo de 1908 en el vapor “Savoía” parte hacia Europa con escala en Río de Janeiro allí visita al autor de “Magdala”, poema que causó su excomunión, el ilustra Coelho Netto quien le dice:

“-¡Usted ha sufrido tanto en su patria a causa de la ofuscación de la gente que ha creído ver una herejía en mi poema Magdala, que no es otra cosa que la tentación de la montaña, asunto tratado en forma más ideal!” a lo que ella contesta:

“Verdad, ilustre Netto, pero no crea que en mi patria estuvieron todos ofuscados; allá hay hombres de mucha ilustración y de criterio sano; fue una campaña de frailes que por mercantilismo visten hábito, como un tendero toma su guardapolvo para despachar detrás del mostrador, y eso ya pasó; hoy en mi patria, se me juzga con criterio muy diferente, y yo misma recibo los acontecimientos con temperamento distinto; después de esta visita a usted, he de visitar al Papa; en religión pasa lo mismo que en política; hay patriotas y patrioteros; yo respeto sólo al verdadero creyente, cualquiera que sea su filiación y credo”.

El 16 de junio llega a Barcelona y encuentra al Cónsul del Perú el español Pedro Company, al Cónsul de la Argentina periodista Alberto J. Gache. Al escritor ecuatoriano Carlos R. Tobar, autor de “Consultas al Diccionario de la Lengua” y de la famosa doctrina del Derecho Internacional para no reconocer a los gobiernos de facto; a Enrique Deschamps notable escritor y Cónsul de la República Dominicana; Viaja a Valencia, visita a Don Francisco Sempere el editor de la tercera edición de “Aves sin Nido”.

En Madrid recorre bibliotecas, museos, archivos y las casas donde vivieron o murieron Lope de Vega o Cervantes Saavedra; visita a Jesús Pando y Valle, Secretario General de la Unión Ibero-Americana de Madrid; a Concepción Jimeno de Flaquer autora de “Evangelios de la Mujer”; busca y recibe a lo más graneado de la intelectualidad española.

Viaja a Francia, llega a París el 9 de Julio; allí la espera el joven abogado cusqueño Ángel Vega Enríquez (periodista que fundara “El Sol” en 1901 y fuera inspirador de la juventud que realizó en el Cusco al primera huelga universitaria de Sud América, en 1909) Vega Enríquez sirvió de guía a la señora Matto mostrándole el esplendor eterno de la ciudad Luz, que, como dijera Hemingway y nosotros lo comprobamos, es una fiesta; Clorinda narra cada lugar con lujo de detalles mostrando su exquisita cultura: los paseos por los Campos Elíseos, la visita al Louvre; expresando en todo momento la emoción de estas frente a las grandes obras, esa emoción de la que hablaba José Ingenieros en sus motivadores libros. Sube a la Torre de Eiffel; mientras París festejaba el 14 de julio cantando a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, que ella niega con nihilismo escribiendo “libertad no existe en la vida… la igualdad es utópica… la fraternidad es ilusoria” y, con orgullo de americana cita las doctrinas del argentino Luis M. Drago (arbitraje obligatorio y no intervención armada por asuntos de deuda pública) y del ecuatoriano Tobar, que ya describimos, como verdaderas muestras del fruto de la trilogía francesa en tierras americanas. Porque “la naciones ya no deben ser hordas salvajes arrancándose territorios ni abrogándose derechos regados con sangre hermana, ni los hombre deben ser ya las fieras devorándose en festines canibálicos”.

En una visita a una sala de armas en las Tullerías exclama “¡Cuánto ha progresado la humanidad en el arte de matarse!”… “¡Horror de la guerra! ¡Ojalá pudiésemos contemplarla sólo en los muros de un museo!”. Pasa por la tumba de Napoleón en este mismo museo llamado “De las armas”. Va al cementerio donde reposan los restos de ilustres escritores y artistas. Viaja a Versalles pasando por Sevres, admira la célebre porcelana francesa. Evocando hechos dolorosos de la Revolución Francesa recorre el Gran Palacio, las cámaras reales y jardines de los reyes que terminaron en la guillotina. Al volver, visita La Sorbona.

En agosto viaja a Inglaterra y al pisar aquella tierra escribe “José de Alencar dijo que “no hay hombre verdaderamente feliz si no ha conocido ya la desgracia”. ¡En qué momento viene a la memoria este profundo pensamiento vivido! Cuando mi planta va a pisar tierra londinense y mi corazón saluda reverente la patria del hombre que amé, de quien fui amada, al cual estuve ligada durante diez años por cadena de afecto, que la muerte cortó con saña cruel, Veintiséis años contaba yo cuando el compañero descendió a la tumba, en el pueblecito triste del interior de Perú, y la desgracia me adoptó por hija.

Pueden haber pasado muchas tempestades sobre mi frente, pero el infortunio ha sido uno, tan largo y pesado, que ya me creo con derecho a ser feliz. ¡José duerme el sueño dulce de los buenos, y yo, viuda, peregrina, lejos de mi patria, llego a la suya conservando el nombre que uní al mío, y al cual he querido rodear de todos los trofeos que en el mundo de las letras conquistase como trabajadora sin descanso!…”

Recorre Londres, la plaza Trafalgar, recordando la hazaña de Nelson; las catedrales, parques y palacios haciendo ilustradas evocaciones de la historia inglesa. Pasa por las viviendas de Newton, del historiador Macaulay, las tumbas de Shakespeare. Charles Dickens, Oliverio Goldsmit, etc. Visitará también la torre de Londres, la prisión de “El hombre de la máscara de hierro” en la obra de Alejandro Dumas, Visita a Mr. Thynne el editor de la versión inglesa de “Aves sin Nido” (1904) en traducción de “la escritora y educacionista Miss Hudson”, visita el Museo Británico y el Museo de Historia Natural viendo la belleza del plumaje de las aves, mirlos y ruiseñores, recuerda al zorzal argentino y al chocllopokochi peruano del Valle Sagrado de los Inkas, dejando atónita a su guía inglesa con tal palabra quechua. Ocupándose de la mujer inglesa, aquilata sus virtudes la rectitud y la moral, defiende la causa de las sufragistas y feministas.

Al volver de Londres escribe unas glosas en las que disipa toda duda acerca del verdadero lugar de su nacimiento.

“En este momento rápido pitea la máquina y comienza el rechinar de las ruedas, que girarán, girarán hasta Douver. El confort del coche contribuye a que la mente se sumerja en profunda y dulce meditación. Me reconcentro y me examino. Mis pasiones son fuertes y definidas, arrancan de mi educación primaria bajo la sentencia del trágico to be or nor To be. Detesto el agua tibia y los temperamento indecisos; por eso amo y odio con llaneza y ardor, y lo que emprendo llega a la cima. Esta gira europea misma que estoy realizando, sola, cumplidos ya los cincuenta años de existencia, es manifestación comprobatoria del carácter cimentado en la sentencia shakesperiana, ser o no ser. Si no nací en Londres, nací en el Cuzco, y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía; yo la detesto del mismo modo que al agua tibia”.

No creo que después de esta declaración, de la propia autora, le quede a alguien alguna duda sobre el lugar de su nacimiento.

De vuelta a París encuentra al General Andrés Avelino Cáceres, cuya denota en el 95 significó para ella la persecución, exilio y también la gloria.

Viaja por Italia visita Génova, Pisa la bella ciudad de la torre inclinada a orillas de Arno. Llega a Roma. La Ciudad Eterna, le produce dos sentimientos encontrados uno profano y otro místico, en medio de ambos el único pensamiento herético de toda la obra, una cita de Lucrecio “Primus in orbi deos fecit timor” (El temor fue el primero en crear a los dioses del mundo). En el foro Romano evoca a Cicerón y sus Filípicas contra Antonio.

La visita al Coliseo le hace decir. “Todos los viajeros que han llegado aquí han soñado; yo me siento presa del vértigo, por mis venas siento correr todo el calor del sol de los incas, derramado desde las fortalezas del Sacsayhuaman hasta el Coliseo; sensaciones indescriptibles me sacuden, siendo el vacío de mi hermano, de mis amigos, la comunicabilidad es necesidad en mí, quiero compartir mis ideas y sólo encuentro al guía, que impasible me acompaña por el salario que le pago. Caigo sobre una piedra que conserva la comodidad de asiento, llevo ambas manos a la frente, cierro los ojos y deliro. ¡Creo ver al Coliseo ocupado por 50,000 espectadores, que en grito colosal aplauden al gladiador que ha caído en postura elegante”.

Recorre Roma se dirige al Capitolio, las columnas de la vía Apia, los arcos del triunfo de Tito, Séptimo Severo, Constantino, la estatua de Marco Aurelio y muchas otras atracciones de aquella urbe.

En el Vaticano visita la Catedral, “La Piedad” de Miguel Ángel. Los frescos de la Capilla Sixtina realizados por el mismo genio toscano, las obras de Rafael, la cámara Ducal, la capilla Paulina, etc.

Días después, con ayuda de la Embajada Argentina, puede visitar y besar la mano del Papa Pío X y conocer el Museo y la Biblioteca del Vaticano, templo magnifico del arte, la historia y la filosofía.

Clorinda viaja a Nápoles, asciende en funicular al volcán Vesubio allí, describe la belleza del paisaje hasta la “apacheta” de donde, los excursionistas, deben seguir a pie o a caballo. Ella llega a pie; “hemos llegado después de enorme fatiga a este boquerón que produce vértigo, cuya profundidad es imposible medir, pues el humo caliente, como hálito de un ser cíclope, obliga a retroceder”. Desde esta cima observa Puzzoli y la isla Nísida en el mar Tirreno, “escenario donde Bruto, lloró su ingratitud con César”.

Prosigue hasta Pompeya y Herculano que fueron destruidas por la erupción del “24 de agosto del año 79…” En una casa excavada observa una fuente de mosaicos con ornamentación parecida a la de los tejidos incaicos. En el museo observa las tristes figuras en calcos de yeso, de los hombres y animales que murieron carbonizados y enterrados por las cenizas.

Vuelve a Roma, visita las catacumbas, la iglesia de San Pablo, el Panteón, la tumbas de Rafael Sanzio, Víctor Manuel II, y otros personajes célebres. Deja el material de sus conferencias sobre el Perú, Bolivia y Argentina para el diario “La Vita”.

Visita Florencia y queda encantada por la singular belleza de esta urbe donde se “aspira arte en todas sus manifestaciones” la ciudad del Dante, Beatriz y los Médicis. Recorre el palacio de la Señoría, la Galería de los Oficios, viendo las obras de Cellini, Donatello. El Palacio Pitti, la Catedral, el Baptisterio y el Campanario; la capilla de Médicis y las esculturas de Miguel Ángel, describiéndolos con el colorido que confiere su pluma apoyada con la profusión de grabados que posee el libro. Visita el Observatorio Ximeniano.

La invaden recuerdos, desea volver a Buenos Aires a su “casita de la calle Rincón, número 611” donde le esperan su canario amarillo y su cardenal rojo.

Viaja a Venecia, la describe con poesía y admira las calles sin carruajes ni autos porque “la calle es río transitado por góndolas”; la plaza de San Marcos y sus simpáticas palomas que le recuerdan a sus aves sin nido, la catedral, las casas de cristalería y el hermoso Puente de Rialto en el Gran Canal; la ruta donde “El mármol vive y conversa con las aguas”; el Palacio Ducal, el Puente del Suspiro, las prisiones; el Lido, en esas meditaciones recuerda a la novelista Juana Manuela Gorriti, aquella talentosa argentina que en Lima en 1877, la había recepcionado ciñéndole la frente con laureles y entregándole una tarjeta de oro a nombre de todas las escritoras de esa ciudad. Cuando ella apenas contaba con 24 años. Juana Manuel había fallecido en 1892.

Se detiene en Verona a visitar la tumba de los famosos amantes que Shakespeare inmortalizara como símbolo del amor. Un amor ideal malogrado por la iniquidad de los hombres, como el frustrado amor de Manuel y Margarita de “Aves Sin Nido”.
Llega a Milán la viajera insigne, vista el Arco de la Paz, el Corso Víctor Manual la famosa Catedral, maravilla del gótico a cuya torre asciende. Va a la Biblioteca Nacional, admira las obras de Rafael y Leonardo. Se despide de Italia “jardín de Europa” prometiendo dejar grabados sus recuerdos en las páginas de un libro.

El tren atraviesa el túnel del Simplón y estamos con ella en la bellísima Suiza. En Ginebra la tierra de Rousseau, visita la isleta donde vivió el célebre autor de “El Contrato Social” y “Emilio”. Vuelve a París enferma de bronquitis y de inmediato sale para Alemania. En la patria de Goethe y Schiller su primer punto de llegada es Colonia, luego Berlín. Se pone en contacto con las mujeres del movimiento feminista de Frau Minna Caner Schulrat presidente del Frauenwohl (El bien de las mujeres) que dirigía, entonces, a catorce mil mujeres. En aquella oportunidad pudo ver al Káiser Guillermo “con su cara hosca y sus mostachos aflechados”. Visita la escuela del Pestalozzi-Froebel-Hans, que desarrollaba un avanzado sistema pedagógico.

En Alemania funcionaba la Bundes Deutscher Frauen Vereine cuyas principales activistas eran Elena Lange, autora de una historia del feminismo; Lilíi Braun una “socialista exaltada”; Alicia Salomón y María Loper Housselle de la Sociedad de Profesoras alemanas. Clorinda constata el alto nivel de organización alcanzado por las mujeres alemanas, la calidad de la educación y la envidiable infraestructura que poseían aún en esa época.

Retorna a Francia, en esta última visita a París, busca la amistad de escritoras renombradas como María Heredia (autora de la novela “L’Inconstante”), esposa del escritor Enrique de Regnier; Marcelle Tinayre, Colette Iver (“Princesas de la ciencia”), Miriam Harry, Judith Cladel, Matilde Alanie (“La Glorie de Frontecleire”); Juliette Adam, etc. No puede evitar el observar, con mucho dolor de su corazón, la vergonzosa feria de la carne o de la prostitución en una avenida parisina.

El jueves 22 de octubre sale de París. Su salud se hallaba deteriorada; Vega Enríquez el periodista cusqueño que le sirvió de guía acudió a despedirla. Clorinda se va sin comprender el alma de aquella la sociedad que seis años después, naufragaría en el horror de la guerra; “todo es confuso en el rol social de las mayorías; no se entienden los unos con los otros; las ideas extremas desquician el organismo moral; la industria es el todo, y el amor al oro envenena los más nobles sentimientos”.

El retorno a España fue el corolario triunfal de este periplo; la reciben los esposos Alonso, los Flaquer y la atiende la Dra. Aleixandre; tratan de recuperar su quebrantada salud. La visita la escritora Carmen de Burgos la renombrada “Colombine” en compañía de los representantes del Ateneo de Madrid, Vicente Almela y Rafael Ruiz López.

Clorinda dará conferencias el 1° de noviembre en el Ateneo y el 4 de ese mes en la Unión Ibero Americana, actividades en las cuales el público selecto desbordó los locales. Habla del Perú y de la Argentina.

El Hotel Inglés es el teatro para “el agasajo de los hermanos de letras e ideales a una de sus hermanas de la América Latina”, la despidieron como a una heroína de las letras hispanoamericanas, personajes como; el poeta Juan Tomas Salvany, la marquesa de la Laguna, Concepción Jimeno, Carmen de Burgos, Sofía Casanova, Pilar Contreras y muchos intelectuales más, y entre los que no pudieron asistir, pero enviaron esquelas de saludo, estuvieron nada menos que Amado Nervo, Jacinto Benavente, Segismundo Moret, Salvador Rueda, Manuel Tolosa Latour, Enrique Diez Canedo, Leopoldo Solier, Julio Milego, Miguel de la Cuesta, José Alcina, Gómez Hidalgo, Felipe Trigo, Ángel Pulido, José Fernández Bremón.

“Para brindar a Clorinda no es necesario una copa, se precisa una flor”, había dicho la señora Jimeno obsequiándole un crisantemo atado con cintas españolas, argentinas y peruanas, asegurando que “la hija de la tierra de los conquistados ha dominado a los dominadores”.

Emprende el viaje de retorno, después de su consagración universal definitiva en la “República de las Letras”.

La obra concluye rememorando las experiencias vividas en este viaje en el que bebió de las fuentes originales de la cultura occidental y volvió a su patria continental exclamando:
“¡América!
¡Tierra de promisión, tierra de libertad!”.
Era el día 4 de diciembre de 1908, diez meses después falleció en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909, como consecuencia de una operación de cirugía. En su testamento había dejado fondos para el Hospital de Mujeres de la tierra que la vio nacer. Presintiendo su muerte y el retorno de sus cenizas al suelo patrio, había escrito: “…sin hogar y sin Patria, cadáver entre los vivos vagaré así como sin sombra y sin sol, pero mis cenizas irán a reposar en tu suelo madre mía, junto a los pedazos de tu corazón”. Esas cenizas fueron repartidas a Lima en 1924, y deben retornar pronto al Cusco.

LA RESURRECCIÓN DE CLORINDA MATTO.

Leyendo los comentarios sobre la obra de Clorinda Matto en “Una Visión Urbana de los Andes” (Lima 1991) tesis doctoral presentada a la Universidad de Stanford por Efraín Kristal nos enteramos que fue necesario que la destacada crítica portorriqueña Concha Meléndez en la “La novela indianista en Hispanoamérica 1832-1889” (Madrid 1934) rescatara la importancia de la obra de la cusqueña para las letras latinoamericanas. Y, contra el parecer de los “civilistas” y la oligarquía que esgrimía ridículos argumentos racistas, sosteniendo la “inferioridad” y “senilidad” de la raza indígena. La obra de Clorinda Matto posibilitó al decir de Cristal, “la entrada en la auténtica arena política del discurso sobre el indio”.

Y así “América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda” en palabras de García Márquez al recibir al Nóbel de 1982, rescató a Clorinda y su obra para nosotros.

BIBLIOGRAFIA.

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Cometta manzoni, Aíd. “El indio en la poesía de América”, Buenos Aires 1939
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Mariátegui, José Carlos “/ ensayos” (Lima 1928).
Matto de Turner, Clorinda. “Viaje de Recreo” (valencia, España. 1909)
Meléndez, Concha. “la novela Indianista en Hispano América”, 1832-1889. (Madrid 1934)
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Palma, Ricardo Prólogo a la primera edición de Tradiciones Cusqueñas (Lima 1884).
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Tamayo Vargas, Augusto “Guía para un estudio de Clorinda Matto”. Lima 1967.
Tapia Olarte, Eulogio “5 grandes escritores cusqueños” (Cusco 1934).
Documentos y bibliografía de la “Fundación Julio G. Gutiérrez L”.
Villanueva Urteaga, Horacio. “recordando a Clorinda Matto” El Comercio, Cusco, 1° de enero de 1977.
Yépez Miranda, Alfredo. “Clorinda Matto de Turner. Prologo publicado en la reelección de “Aves sin Nido”, por parte de la universidad de San Antonio Abad del Cusco, 1948.

El autor invita sus lectores a leer el Ciberlibro "APOLOGÉTICO EN FAVOR DE CLORINDA MATTO DE TURNER" en esta dirección: http://clorindamattodeturnerescritoracusquea.blogspot.com/

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