cusqueños ilustres

Desde 1990 el autor de este blog ha ido investigando la vida y obra de los autores, intelectuales y artistas cusqueños contemporáneos habiendo tratado de más de medio centenar de ellos agrupados en la obra inédita "Cusqueños Ilustres" algunos de estos personajes son los que tratamos aquí. A quienes visiten y se informen sobre los contenidos, les pedimos que citen la fuente y eviten el plagio.

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Sunday, April 13, 2008

EMILIANO HUAMANTICA, Héroe del Proletariado Peruano.



EMILIANO HUAMANTICA, Héroe del Proletariado Peruano.


Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

El movimiento del proletariado peruano tiene sus propios paradigmas y héroes epónimos, en hombres que, habiendo nacido en la entraña misma del pueblo, llegaron a conducir los destinos de éste, con valentía y lucidez inigualables. Uno de estos hombres singulares fue el obrero textil Emiliano Huamantica Salinas. Huamantica nació en el pueblo de San Salvador, provincia de Calca, departamento del Cusco, el 29 de mayo de 1914, fue hijo de una familia humilde de clase campesina que sufría servidumbre en la hacienda de algún gamonal o terrateniente serrano, sus padres fueron: Francisco Huamantica Enríquez y Fidelia Salinas. Allí Emiliano sirvió como doméstico.

Más tarde, ya en la ciudad del Cusco, trabajó como obrero textil de la Fábrica de Tejidos “Huascar”.

Fue enrolado como soldado en el Ejército y al egresar sintió la necesidad de proteger a su clase y defender sus derechos como trabajador. Así ingresó al Sindicato obrero de su centro de trabajo, donde se destacó por su empeño, seriedad, responsabilidad y capacidad de liderazgo. Por entonces, uno de los líderes obreros que fue maestro de Huamantica, era el heroico carpintero Simón Herrera Farfán que, luego de una brillante trayectoria de combate, murió víctima de las represiones policíacas.

Huamantica, se forjó en la ardua lucha social, participó en las actividades sindicales, en las capacitaciones y escuelas políticas; organizó a los trabajadores para realizar acciones de combate como huelgas, paros, marchas de protesta, etc. En la década de los años cuarenta, ya era un líder cuajado.

Uno de sus biógrafos don Andrés Paredes Luyo en una breve biografía del Líder obrero publicada en “UNIDAD” números 830 – 831, de abril y mayo de 1982, dice que Huamantica: “condensó en su vida las mejores cualidades del dirigente comunista: capacidad innata para las tareas organizativas; inteligencia, firmeza y disciplina para la conducción del combate popular; comprensión del Marxismo-leninismo para la transformación revolucionaria de la sociedad; profunda convicción internacionalista, indisolublemente ligada al movimiento comunista internacional; pero sobre todo, entrega vital y consecuente al partido proletario y a sus luchas en defensa de los intereses populares”. Don Emiliano había combatido contra el sindicalismo pro-patronal que propugnaba el Apra. En 1949 fue elegido Secretario General de la Federación de Trabajadores del Cusco, y le cupo la tarea de convocar al Primer Congreso Departamental de Trabajadores que se llevó a efecto en Abril de 1950, en plena dictadura militar de Odría.

La organización obrera batalló arduamente en esa tarea organizativa, pero la represión no tardó en llegar: Huamantica y sus camaradas cayeron presos, sometidos a crueles torturas y encierro durante meses. "Aún así –según escribe Paredes Luyo- el Congreso se realizó exitosamente… adoptándose importantes resoluciones reivindicativas y exigencias a la dictadura por el imperio de las libertades democráticas y sindicales”. En estas circunstancias, en mayo de 1950, aún en plena represión, los comunistas realizaron el Primer Congreso Regional del Sur, para oponerse a la dictadura militar. El movimiento obrero lideraba las luchas populares. La dirigencia de la FTC, que Huamantica encabezaba, había decretado un paro en apoyo a la huelga de los estudiantes del Colegio de Ciencias que demandaban la moralización de dicho plantel. Ese año, el Cusco sufrió un terremoto que afectó enormemente a los hogares pobres de la ciudad; la Federación de Trabajadores, exigió al gobierno la creación de organizaciones que atendieran la reconstrucción del Cusco y el apoyo a los damnificados.

En 1953, con la patraña de haberse descubierto una “conspiración comunista”, que había sido inventada por la dictadura, fueron apresados los líderes sindicales nacionales y llevados presos al penal de El Frontón, donde purgaron carcelería durante tres años.

El delito cometido fue el forjar, a través de la lucha, la unidad entre trabajadores y estudiantes y tener una alianza coyuntural con la militancia aprista que era igualmente reprimida por la dictadura. Según el libro de José Sotomayor, en la redada de 1953, “fueron a prisión Simón Herrera Farfán, Emiliano Huamantica, Alfredo Somocurcio, José Cupertino Mar y otros”. El Segundo Consejo de Guerra procesó entre otros a los “civiles”: Julián Huanay, César Lévano La Rosa, Raúl Acosta Salas, Pascual Montaño, José Sotomayor, Gustavo Sotomayor, Segundo Mar, José Cupertino Mar, Isidoro Gamarra, Emiliano Huamantica, Alfredo Somocurcio, etc., un total de 35 personas. Por el delito “contra la seguridad y tranquilidad públicas”.

Ese era el estilo de la dictadura odriísta para mantener la “tranquilidad pública” y someter la protesta del pueblo trabajador y de los desposeídos. A los presos que debían purgar condena por cuatro años, gracias a la movilización popular se les redujo a tres años de carcelería, por lo que fueron liberados en junio de 1956. Al verse libre, Huamantica trabajó arduamente para recuperar la fuerza perdida de la organización obrera y en 1958, encabezó la huelga en protesta contra el alza indiscriminada del precio de los combustibles. “La viril protesta del Cusco Rojo –escribe Paredes Luyo- hizo retroceder al régimen de la Convivencia en su impopular decisión de aumentar el precio de la gasolina en beneficio de la IPC".

Ante la presencia de Pedro Beltrán Espantoso, Primer Ministro y Ministro de Hacienda del régimen de Prado y su aliado el Apra, Y, además dueño del diario oligárquico: “La Prensa”. Huamantica le dio un plazo de 24 horas para que desocupara la ciudad. Dice Paredes, que “El “ídolo” de la oligarquía huyó temeroso ante la orden inapelable del líder comunista”. Huamantica fue el líder de esas jornadas revolucionarias que vivió el Cusco el 10 de abril de 1958, cuando se tomó de rehén al general del Ejército Daniel Vargas Dávila, Jefe de la IV División Ligera.

Las masas azuzadas por instigadores, querían ajusticiar al general y a los dirigentes sindicales, entre ellos a Huamantica, culpándolos de traición, al haber negociado el levantamiento del paro indefinido. Pero, por una intervención sensata y prudente de los estudiantes y trabajadores, se previno lo que hubiera sido una masacre y destrucción del movimiento obrero, cosa que la reacción oligárquica estaba esperando. En medio del desborde del pueblo se eligió un Comité Popular, que asumió el control de la ciudad, encargando su custodia una guardia obrera a modo de milicias populares, pues policías y militares se encuartelaron en espera de órdenes superiores.

El desarrollo de esos hechos se encuentra narrado en la obra: “Cusco 1958, Análisis testimonial de un movimiento urbano” de José Sotomayor Pérez, quien sacó aleccionadoras conclusiones tales como: “un movimiento sindical que logra aglutinar a la inmensa mayoría del pueblo trabajador, por la corrección de su línea de lucha”, siempre estará en la mira del imperialismo para dividirlo, desestabilizarlo y destruirlo. Los enemigos de clase quisieron empujar al despeñadero a la organización sindical exigiendo que se llevase el paro hasta sus “últimas consecuencias”. Sotomayor dice que no se deben tomar decisiones precipitadas, sin consultar y explicar a las bases y al pueblo, hecho que dio pie a que azuzadores extraños manipulen hábilmente a las masas enardecidas y casi generaron un inútil derramamiento de sangre.

Es bueno saberlo que con la acción enérgica “el pueblo cusqueño se enfrentó a las fuerzas del orden y las obligó a replegarse a sus cuarteles”, hecho que es comparable a la famosa Comuna de París, cuando “los parisienses que en 1871 quisieron tomar el cielo por asalto”. Que “El descontento y malestar del pueblo… puede ser utilizados por las fuerza reaccionarias para organizar asonadas que persigan objetivos siniestros.”(Salvando las distancias, esto nos recuerda a los luctuosos hechos de la “Marcha de los cuatros Suyos” del 2004 en Lima, cuando la mafia Fujimontesinista, cobró varias vidas y destruyó locales públicos). La FTC de Huamantica se convirtió en un arma de lucha para doblegar a los enemigos de clase, manejó situaciones peligrosas y salió airosa y fortalecida. Participó en las luchas obreras, y llamó al Paro General en apoyo de los trabajadores textiles de la Fábrica “Maranganí”.

Muchas reivindicaciones importantes del Cusco fueron arrancadas con la lucha de Huamantica y sus camaradas, tales como: la construcción de la Central Hidroeléctrica de Machupicchu, la construcción y mejoramiento de las vías de comunicación y mejoramiento de los servicios de saneamiento para el Cusco. No sólo en el ámbito local y nacional actuó Huamantica; como dirigente obrero asistió al IV Congreso Mundial de la FSM (Federación Sindical Mundial) en la ciudad alemana de Leipzig, en octubre de 1957.

Viajó, también, a la URSS y después a China. Huamantica fue uno de los organizadores de los sindicatos campesinos de los valles de la Convención y Lares en 1958. Central que fuera la base para organizar la Federación de Campesinos del Cusco en 1961.

Al año siguiente, 1962, -indica Paredes Luyo-, se fundó la Confederacion Campesina del Perú (CCP) que tomó la decisión de luchar por la Reforma Agraria y la recuperación de la tierra por los campesinos. En esta tarea lucharon contra el aventurerismo trotskista de Hugo Blanco, que, con el apoyo de la prensa reaccionaria y servil del imperialismo y la CIA, pretendía hacerse de “una imagen de líder campesino y jefe guerrillero”, usurpando el trabajo de sindicalización que los dirigentes obreros habían comenzado varias décadas antes.

La lucha proletaria peruana enrumbó hacia la centralización de su organización en un Frente Unico de Trabajadores (1959), Comité de Coordinación sindical (1962) y comité de Reorganización y Unificación de la CTP. En 1963 ya en el régimen de Belaunde, que se hiciera del poder con el apoyo de los comunistas, nuevamente, Huamantica y sus camaradas fueron apresados y llevados a la prisión selvática de El Sepa. Algunos luchadores sociales, entre intelectuales y obreros que fueron encarcelados en esta prisión, según cita en su libro "La Zona del Bajo Urubamba"(Cusco 2006) de don Teodoro Portugal Carbajal, fueron: Lucio Bueno, Lis Nieto Miranda, Julio César Rueda, Héctor Pimentel, Julio G. Gutiérrez Loayza, José Sotomayor Pérez, Roberto Soto, Alfonso Morales Cuentas, los hermanos Héctor, Rafael y José Morales Moscoso, Segundo Villasante Ortíz, Antón Garmendia y Juan Hugo Pardo, del Cusco y Hugo Pease, Luis Pease, Ismael Frías Torrico y Genaro Ledezma Izquieta. Faltan en esta lista Emiliano Huamantica, Pascual Montaño, Vicente Medrano (joven dirigente obrero que falleció ahogado en el río), Carlos Valer, Ferdinand Cuadros, Víctor Ángles (quien tiene en edición un libro al respecto) y otros personajes; es necesario recomponer el listado de los que fueron presos los años 63 y el 64. Sobre estas dos grandes redadas realizadas por la Junta Militar de Pérez Godoy, del 5 de enero de 1963 y la del 5 de febrero de 1964, ordenada por Belaunde, (quien se había hecho del poder con el voto de los comunistas), Julio G. Gutiérrez L., dejó escrito el libro, aún inédito : "Vacaciones en el Sepa" en el cual recuerda que Huamantica, obrero dotado de habilidades manuales de artesano había modelado las fichas de ajedez, usando miga de pan, con lo que obsequió un gran pasatiempo a sus camaradas de prisión.

En los años 64 - 65, se dio un amplio debate y una escisión en las filas del movimiento comunista internacional. El fraccionalismo provocado por los líderes chinos, fue combatido arduamente por Huamantica, quien permaneció fiel a la línea soviética del PCUS y del PCP. José Sotomayor Pérez y Saturnino Paredes, encabezaron la fracción pro-china, pequinesa o maoista, que tanto daño hizo al país entero con la insurgencia de un grupo terrorista fanático. Décadas después, Sotomayor, renegó de esa aventura y del maoismo, publicando el libro autocrítico (¿Leninismo o Maoismo?) y retornó a las filas partidarias.


TRÁGICO FALLECIMIENTO DE HUAMANTICA

Cuando el partido comunuista se hallaba en plena lucha contra los fraccionalistas de Sotomayor y Saturnino Paredes, Huamantica falleció en un accidente, hasta hoy no esclarecido, cerca de Juliaca, el 6 de enero de 1964, cuando viajaba a Lima para participar en un Congreso de Trabajadores de la Federación Textil; el Omnibus de la Empresa “San Cristobal” en el que viajaban Huamantica y un grupo de compañeros, se desbarrancó. No se ha descartado la hipótesis de que el accidente fuera provocado por manos criminales.

Al enterarse del funesto hecho, el pueblo cusqueño se organizó para despedir los restos de su líder y de los obreros fallecidos, con una manifestación sin precedentes en la historia cusqueña.

El escritor Hugo Neira Samanez en su obra “Cuzco: Tierra o Muerte” describió el entierro con estas frases: “Ya desde el amanecer, por todos los caminos, los hombres de cobre se movían hacia el Cuzco, “ombligo del mundo”. La multitud crecía en el callejón de la Recoleta, hasta Tullumayo y Tres Cruces. El centro de este taciturno torbellino era el local de la Federación de Campesinos. Ahí, en medio de un bosque de banderas sindicales, se velaban los restos de Emiliano Huamantica. ¿Lo enterraron como a un Inca? Obreros y estudiantes, vecinos humildes del Cuzco, mujeres indias que desplegaban sus pesadas faldas de colores para sentarse en el suelo y descansar del peso del hijo en las espaldas, contrastaban con el convencional ataúd negro y las luces artificiales que rodeaban los féretros. En las cuestas y corredores de piedra, en los bancos de la Plaza de Armas, en las gradas de la Catedral, bajo un sol inclemente, los indios esperaban el paso de su jefe. Habían venido de todas partes, y de pie o en cuclillas, esperaban silenciosos. Por entre las calles, como una serpiente antigua, fue bajando el cortejo. Era un espectáculo extraño: ese viejo pueblo sacudía su letargo para velar en la ciudad sagrada a uno de los mayores misterios del Cuzco. ¿Qué era? ¿Un líder sindical? ¿Un Cápac? ¿Es decir, alguien que supiera mandar con prudencia, como dice Garcilaso? ¿O ambas cosas: entre milenario y actual? He aquí, pues, el Cuzco: los tiempos de la historia alterados, las imágenes de los siglos yuxtapuestas como una película sobreimpresa. ¿Veía una multitud de esta época o la resurrección de un rito olvidado? “Y en aquel día sacaban sus huacas a pasear” dice el padre Cristóbal de Molina que vio el Cuzco de la conquista…"


EL JUICIO FINAL DE EMILIANO

"Me eché a andar en medio de esa multitud, casi en su totalidad, en andrajos. Había en el aire, un terco fervor. Una visible voluntad de ser, de persistir, a pesar del infortunio. He visto una multitud llorar cuando el entierro de Manuel Seoane. No he visto nunca estos rostros como de ciegos, resistentes y encorajinados ante el dolor. En el Cuzco todo es más fuerte, lleno de más vida. Aquí los sufrimientos son como heridas que se reciben en medio de un combate. Ese día, aquellos hombres y mujeres pudieron incendiar el Cuzco, el Sur, el país entero. No lo hicieron. Son civilizados, racionales. ¿A quién culpar? Huamantica no fue asesinado. Se desbarrancó. En la avenida El Sol, los del entierro podían contarse por miles.

Otros miles observaban desde las veredas. En su mayoría, vecinas pobres de la ciudad, salidas de los barrios humildes, de esas casas, llenas de gallos, chicos, ruidos y maritornes (sic) como los de una venta española escapada del Quijote. Pero los que pasaban por las empedradas avenidas eran indios o mestizos politizados. Es decir, la plebe indígena de la que surgió Emiliano y a la que dedicó su vida. Había diferencia entre los actores y los espectadores. En las aceras, una que otra mujer se enjugaba el rostro con la falda de su traje.

Un auto patrullero, con guardias de aspecto fatigado, se adelantaba al cortejo, en unos cien metros. Abría el sepelio un enorme retrato del líder. Sobre un fondo claro, los rasgos de un hombre de mediana edad, 50 años, una viuda, tres hijos) con un pequeño bigote: el rostro de un mestizo. Podía también ser el retrato de un agente viajero, o de una autoridad de aldea comunera, o de un anónimo maestro de escuela. Pero un matiz de ruda honestidad le daba incluso en el deforme y gigantesco retrato, peculiaridad y sinceridad a ese rostro que ya conocía la muerte. -Tienes que ver a Huamantica, me dijeron en Lima.- Vine a verlo y me encontré con esto: con su juicio final. Luego del retrato, seguía una ofrenda floral, naturalmente en forma de hoz y martillo, hecha de flores rojas. Luego un espacio vacío. Después, mujeres enlutadas despliegan una enorme bandera peruana y otro espacio vacío. A continuación otro grupo de mujeres, también de luto cerrado, rodean el féretro. El Alcalde y otras autoridades llevan las cintillas negras, señal de poseer el honor de “arrastrar el duelo. Cubierto por una bandera roja, venía Huamantica. Pude leer con grandes letras: “Partido Comunista Peruano” sobre el paño de rojo intenso. Unos veinte pasos más atrás, arribaban los féretros de los otros dos compañeros de Huamantica que fallecieron víctimas del accidente. Un bosque de estandartes continuaba a los féretros. Me fue fácil leer en ellos las siglas de casi todas las organizaciones obreras y campesinas más importantes del Cuzco. Estaban todos: desde los pequeños gremios de zapateros y electricistas, hasta los Sindicatos Textiles a los que estuvo ligado clasistamente Huamantica. Habían cruces y hoces, todos mezclados, lúgubre ofrenda de un pueblo entre pagano, cristiano y marxista. La multitud mestiza, orillando entre iglesias platerescas y pulidas paredes indias, tuvo la fuerza suficiente de arrastrar consigo este homenaje barroco y retador hasta las puertas del cementerio, bajo el cielo implacable. El tiempo no existía. Importaba el orden de los oradores. El número de los participantes, la confirmación jubilosa pero tardía de la popularidad de Huamantica”. (Páginas 13 – 15)


SATURNINO HUILLCA HABLA DE HUAMANTICA

En otro libro de Hugo Neira: “Huillca: Habla un campesino peruano”. El viejo dirigente campesino recuerda cómo conoció a Huamantica y de cómo participó en su sepelio: “Voy a contarte de Emiliano Huamantica, compañero mío. Estuvo en el Cuzco antes de morir. Tan es así que yo, antes de viajar a Lima le pregunté: “¿Compadre cuándo vuelves?” A lo que me contestó rápidamente: “Yo vuelvo, ya a mi vuelta el asunto de tu enemigo Manuel Cornejo arreglaremos”. Le conduje su maleta a la calle Tullumayu. Estas fueron las últimas palabras que conversamos y se fue para nunca más volver a la vida. Después de esa entrevista, me fui a Pitumarca a organizar. De allí pasé igualmente a organizar a Funo de Soltera (sic). Emiliano Huamantica viajó al Congreso que se iba a realizar. El Congreso que realizaba la Construcción Civil (sic) en Lima. Cuando estaba viajando el carro en que viajaba volcó, cayendo a una profundidad y arrojando al abismo a Emiliano Huamantica. Me lo encontré ya muerto. Al saber la noticia, tuve que correr rápidamente. Y encontré que ya lo estaban velando en el local de los trabajadores de la fábrica Huascar. En esa oportunidad le acompañamos hasta su nicho. Para esto salieron todos, absolutamente todos los compañeros, de su casa para acompañar a Emiliano hasta su última morada. Este entierro fue excepcional en la historia. Ningún hombre adinerado ha podido tener esta clase de sepelio. Completamente repleto de gente estuvo el entierro. No había sitio para caminar en el trayecto. Tan es así que el sepelio salió del local donde se velaba a las diez de la mañana y terminó, o mejor dicho llegó a su nicho, a las seis de la tarde. Cada cierto trecho los oradores tomaron la palabra. Sí, es así. Innumerables los que tomaron la palabra. Fue un entierro nunca visto. Él ya se fue a la tierra de Dios. Él fue el hombre que quiso entrañablemente al pueblo, al campesino, a todos los trabajadores. El corazón de Emiliano Huamantica era inmenso por que a todos repartía su afecto y con todos compartía. Un hombre sencillo que quería en verdad al pueblo. Obra de él son las Federaciones, los Sindicatos. Era muy ágil para cumplir las comisiones que le eran encargadas. Aún dejando sus quehaceres, él cumplía con el mandato de la Federación. Por el bien de los campesinos nunca se negaba” .(Págs. 54, 55).


UN MAUSOLEO PARA EMILIANO HUAMANTICA

El dirigente popular Gregorio Ramos Mamani, en su Libro autobiográfico: “Memorias de un Luchador Social, 1960 – 2005”, cuenta los pormenores de la construcción del mausoleo donde reposan los restos del líder cusqueño Emiliano Huamantica: “Los directivos de la FDTC del periodo de 1973 al 75, siendo el secretario general el c. Ramón Olarte Holgado, en organización el compañero Lucio Paucar y yo como secretario de actas y archivos, elevamos una moción a la asamblea general de delegados, en el mes de julio de 1973, para realizar gestiones ante el directorio de la Sociedad de Beneficencia Pública del Cusco, solicitando una fracción de terreno en el Cementerio de la Almudena en calidad de DONACIÓN para la construcción del mausoleo para los restos del que en vida fue Emiliano Huamantica Salinas. La Asamblea de la FDTC por unanimidad acordó y autorizó al Comité Ejecutivo y quienes de inmediato peticionan con fecha 02 de agosto. El Directorio de la Beneficencia en su sesión del día 06 del mismo mes acordó aceptar el pedido y, con fecha 15 de agosto de 1973, emiten la Resolución Directoral N°196-73 y nos comunican con el oficio N°250-G-73. La Beneficencia estuvo presidida por el señor Federico Alarco Suárez. La siguiente asamblea de la FDTC eligió una comisión presidida por el c. Lucio Paucar Cortez e integrada por los cc. Felipe Ramírez Mateus y Emilio Loayza, para ejecutar la construcción de la obra bajo la dirección técnica del Ing. Marcos Arriola. En cuanto a la financiación de la obra, ésta corrió bajo la responsabilidad de la comisión, quienes pidieron óbolos voluntarios para su cristalización”.



(Actualizado el 13 de mayo del 2008)

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