cusqueños ilustres

Desde 1990 el autor de este blog ha ido investigando la vida y obra de los autores, intelectuales y artistas cusqueños contemporáneos habiendo tratado de más de medio centenar de ellos agrupados en la obra inédita "Cusqueños Ilustres" algunos de estos personajes son los que tratamos aquí. A quienes visiten y se informen sobre los contenidos, les pedimos que citen la fuente y eviten el plagio.

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Wednesday, February 09, 2011

LUIS E. VALCARCEL, PROFETA DE UN NUEVO MUNDO


01 02 11 Ma.
LUIS E. VALCARCEL, PROFETA DE UN NUEVO MUNDO.
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez.
El Centro científico del Cusco (1897) y el movimiento de la Huelga Universitaria de 1909, fueron los núcleos de acción de la intelectualidad cusqueña que funcionaron como nidos, pakarinas o semilleros de una generación fecunda que iluminó con su creatividad, acción y credo todo el siglo XX peruano, a través del Indigenismo y el Inkanismo, fundando la peruanidad, es decir un nuevo credo en el alma de la patria que había sido herida mortalmente con la derrota en la Guerra del Pacífico. Eran hijos de las nuevas corrientes filosóficas que renovaban el pensamiento en la metrópoli europea: el krausismo y el positivismo, y de la crítica gonzalez-pradista a los responsables de la derrota frente a Chile. Los indigenistas cusqueños elaboraron un ideario, un programa para restaurar el alma herida de la nación, volvieron sus ojos a las grandezas del pasado para revitalizar su sabia y su sangre, por ello lucharon para incorporar a la raza nativa y su cultura milenaria, raza que yacía explotada por siglos. Fue un acto de justicia social que había iniciado décadas antes, la voz valiente de nuestra paisana Clorinda Matto de Turner.
Hombres sabios fueron los maestros de aquella Escuela Cusqueña. Pedro José Carrión Antonio Lorena, Benjamín Mendizábal, Luis María Robledo Eusebio Corazao, Ángel Vega Enríquez, fundador del diario El Sol, desde el cual alentó la huelga universitaria. A la labor de estos maestros, como consecuencia de la primera huelga universitaria, se unió otro gran maestro el Rector norteamericano Alberto Giesecke, hombre de talento extraordinario y de una exquisita formación profesional que enrumbó hacia destinos de grandeza a nuestra universidad, creando un caldo de cultivo del talento y laboriosidad para esa generación privilegiada de estudiosos y críticos de la realidad local y nacional liderados por Demetrio Corazao, Luis E. Valcárcel, Uriel García, Romualdo y Rafael Aguilar, José Gabriel Cosio, Luis F. Paredes, Manuel J. Urbina (ayacuchano), protagonistas de la primera huelga universitaria de 1909 y sus colegas Justo Pastor Ordoñez (Puneño que fundara el IAA en esa ciudad), Pio Benjamín Díaz, José Ángel Escalante; Leandro Alviña, Francisco González Gamarra y Benjamín Mendizábal, que llevaron el arte peruano por las grandes capitales del mundo. Personalidades que individual y colectivamente crearon una cultura e ideología locales que influyeron e impactaron fuertemente en la consciencia nacional.
La recuperación de la cultura inca en nuestro imaginario bajo el impacto mundial del descubrimiento de Machupicchu en el National Geografic Magazin, pese al huaquerismo imputado a Bingham, impulsó a esa generación a inventar un renacimiento andino, el mismo que aún no ha podido darse a cabalidad un siglo después.
Por esa razón la fama de la universidad cusqueña, llamada por Tamayo Herrera la “Edad de oro” atrajo a grandes personalidades juveniles como Haya de la Torre, José Luis Bustamante y Rivero, Porras Barrenechea y Jorge Basadre, que participaron del congreso fundacional de la FEB en 1920. Con ellos la llama del indigenismo cusqueño se expandió a la capital y a todo el país. La prédica de la revista “La Sierra”, de los estudiantes de la huelga, y de la Revista Universitaria, influyó en los núcleos intelectuales de Trujillo, Lima, Arequipa y Puno. Era tal el entusiasmo y la actividad cultural vivida que se fundaron instituciones como el Centro Nacional de Arte e Historia, Sociedad Anónima de Arte, el Instituto Histórico del Cusco y se desarrollaba una gran actividad cultural y artística y teatral que atrajo a personajes epónimos como José Sabogal, el creador del indigenismo pictórico peruano; Daniel Alomía Robles, cuya inmortal “El Cóndor Pasa” fue concebida aquí en el cusco.
Era completamente acertada la frase de Valcárcel en Tempestad en los Andes, “la cultura bajará otra vez de los andes”
Valcárcel fue el abanderado de su generación, en 1923, bajo la dirección de este maestro iluminado del indigenismo, la compañía Peruana de arte incaico, realizó una cruzada cultural, llevando los fastos renacentistas de la cultura andina a los principales teatros de La Paz, Buenos Aires y Montevideo, con el Drama “Ollantay” y con exposiciones de artistas como Juan Manuel Figueroa Aznar, Roberto Ojeda, y conferencias de Valcárcel y Luis Velazco Aragón, como podemos leer en “Inkánida” un libro testimonial y documental de ese acontecimiento memorable que se realizó (cuando no) sin la ayuda estatal y contra su oposición.
Estos prohombres de la cusqueñidad constituyeron en 1924 la Universidad Popular Cusqueña (como parte de las Universidades Populares González Prada que se abrieron en el país) que duró escasos meses, pero que dejó un sello indeleble en el proletariado cusqueño y en su juventud, educando a conspicuos líderes que poco después formarían los sindicatos y la federación obrera, impulsados por el ideal del socialismo.
“Kosko”, fue la revista fundada por Roberto Latorre, Luis F. Paredes, Luis Yábar Palacio y otros, que sirvió de tribuna del pensamiento indigenista que defendió a la universidad popular ante su clausura decretada por la reacción clerical y el gobierno dictatorial de Leguía que apresó a sus organizadores y los confinó a sus mazmorras.

LUIS E. VALCÁRCEL, PROFETA DEL SOCIALISMO PERUANO
Fue en la Universidad Popular que Luis E. Valcárcel, por primera vez pronunció en público una conferencia sobre el socialismo triunfante en la República de los soviets. Y se refirió a su auditorio con el vocativo de camaradas (“Así nació el Cuzco Rojo” de JGGL), explicando la doctrina de la nueva sociedad humana sin explotados ni explotadores, que bajo el liderazgo de obreros, campesinos y soldados, transformaría el mundo de las ruinas dejadas por la guerra imperialista, constituyendo la nueva esperanza para la humanidad y para los pueblos oprimidos de todo el orbe.
Valcárcel junto con Latorre, Casiano Rado y Rafael Tupayachi, conformaron el grupo “Resurgimiento”, que secundó y difundió en el Cusco las ideas socialistas y marxistas de José Carlos Mariátegui, a través de su revista Amauta y el periódico Labor.
Por ese tiempo en Puno intelectuales revolucionarios como Gamaliel Churata Dante Nava, Emilio Arnaza, Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo y Aurelio Martínez, fundaron el grupo Orcopata y publicaron el Boletín Titicaca (1926).
Bajo la influencia benéfica de los maestros Luis E. Valcárcel y José Uriel García, se fundó en 1926 el grupo Ande que publicó “Kuntur” en 1927; paralelamente apareció el grupo femenino que editó la revista “Albores” conformado por Lucrecia Núñez de la Torre, Rosa Augusta Rivero Justina Araníbar, Teresa Loayza
El grupo Ande que primero estuvo adscrito al APRA auroral, (cuando tenía la característica de un movimiento continental y no de un partido pequeño burgués), se radicalizaron tras la segunda huelga universitaria cusqueña de 1927 y de esa pugna político-ideológica se forjaron los partidos comunista y aprista, y se fundaron los primeros sindicatos obreros de construcción civil, textiles, sastres, herreros, ferroviarios, etc., que conformaron la Federación obrera Departamental, en plena persecución de la dictadura del oncenio.
En 1927, se dio la huelga universitaria al declararse en rebeldía el estudiantado porque el candidato presentado por ellos: el Dr. Uriel García, fue rechazado. Para salir del problema el profesorado de la universidad cusqueña publicó el nuevo estatuto universitario, que defendió Mariátegui en Amauta y en sus 7 ensayos, como el documento de enseñanza superior más avanzado de su época, estatuto elaborado por: Fortunato L. Herrera, José Gabriel Cosio, Luis E. Valcárcel, Uriel García, Leandro Pareja, Alberto Araníbar, etc.
Ese año se publicó un libro provocador y candente del Dr. Valcárcel: “Tempestad en los Andes”, en él, el otrora, indigenista lírico y nostálgico del Imperio, rompió fuegos y pronosticó una revolución política y una hecatombe de sangre.
Valcárcel había pronunciado en una conferencia dictada en Arequipa que la avalancha social indígena había comenzado y que en el Perú se incubaba un nuevo estado social y que el proletariado andino se liberaría de sus opresores hacendados y gamonales.
“El despertar de millones de consciencias indias implica el más grave problema que se haya presentado jamás en el Perú”
“El autómata que hoy dispara contra sus hermanos de raza dejará de serlo ¿Y entonces?
Quién sabe de qué grupo de labriegos silenciosos, de torvos pastores surgirá el Espartaco andino. Quién sabe si ya vive, perdido aún en el páramo puneño, en los roquedales del Cuzco”
La dictadura indígena busca su Lenin”
Los que en el corazón de la sierra poseemos el privilegio de asistir al acto cosmogónico del nacimiento de un mundo, como el viajero que contempla el sublime espectáculo de la tempestad en medio de la llanura azotada por el rayo.”
En el Cuzco, centro de la indianidad, los núcleos de la inteligencia están en guardia….
“Los cuzqueños nos hemos dado cuenta con oportunidad de la inminencia de un próximo nuevo ciclo de cultura andina…. Y por qué no decirlo nos asiste la fe viva en cierto papel providencial deparado al viejo solio de los inkas. Puede ser para muchos censurable este orgullo cuzqueño de sentirse “pueblo escogido”, pero tal sentimiento es tan fuerte que nos compele a marchar juntos hacia un sólo rumbo, como impelidos por un soplo místico.
De aquí la sensación de fuerza y unidad que produce el Cuzco a quienes observan los movimientos espirituales del país en esta hora crítica.”
¿Será presunción nuestra el intento de encausar las formidables energías desplazadas por el mundo que nace detrás de las montañas?
“la única elite posible, capaz de dirigir el movimiento andinista, será integrada por elementos racial o espiritualmente afines al indio, identificados con él, pero con preparación amplísima, de vastos horizontes y ánimo sereno y sonrisa estoica para afrontar todos los reveces, sin perder la ruta en el laberinto de las ideologías.”
“Ese grupo selecto se incautará de la técnica europea para resistir a la europeización y defender la indianidad. El vendrá a ser el bautista de ideas que den nombre a las cosas y luz a los ojos del monstruo ciego”
“… Esta “alma grande que despierta”… está dotada de una demiúrgica voluntad de cultura, ha menester del grupo de escogidos que vive, siente, obra y sabe morir en nombre del pueblo.”
“Aspiramos a constituir ese grupo.
Nuestro evangelio se sintetiza en una sola palabra:
ANDINISMO.”
Haya de la Torre había profetizado en 1920 escribiendo que “En el Cusco nació el nuevo verbo, del Cusco saldrá la nueva acción”
Valcárcel profetizó también la hecatombe que se avecinaba el “Sol de Sangre” o Yawar Inti, la etapa atroz del desgarramiento de la nación, que comenzó con la toma pacífica de tierras, contrarrestadas con criminales masacres de campesinos hasta las guerrillas armadas de los sesenta y ochenta.
“… desconfíe el que oprime y maltrata: si no muere la víctima se vengará
Desgraciadamente para el tirano, las razas no mueren
Un día alumbrará el Sol de Sangre, el Yawar-Inti, y todas las aguas se teñirán de rojo: de púrpura se tornarán las linfas del Titikaka, aun los arroyos cristalinos. Subirá la sangre hasta las altas y nevadas cúspides. Terrible Día de sol de Sangre
¿Dónde están las fuentes de esta inundación de rojas aguas?
¿Se ha vertido el ánfora secreta?
Es que sangra el corazón del pueblo. El dolor de un milenio de esclavitud rompió sus diques. Púrpura de los espacios, púrpuras del sol, púrpura de la tierra: eres la venganza. Aun en la noche el fuego alumbrará los mundos.
Será el incendio purificador.
¡Oh! El esperado Apocalipsis, el Día del Yawar Inti que no tardará en amanecer.
¿Quién no aguarda la presentida aurora?
El vencedor injusto que ahogará en su propia sangre al indio rebelde., ¿No oís por allí la prédica del exterminio, de la cacería inmisericorde? Ya las matanzas de Huanta, de Cabanillas, de Layo, de cien lugares más, son ráfagas del gran día sangriento.
El vencido alimenta en silencio su odio secular; calcula fríamente el interés compuesto de cinco siglos de crueles agravios. ¿Bastará el millón de víctimas blancas?
Desde su mirador de la montaña, desde su atalaya de los Andes escruta el horizonte. Serán estos celajes de fuego la señal del Yawar-Inti?
Obceca el odio.
Volved a la razón, hombres de los dos mundos. Tú, hombre “blanco”, mestizo indefinible, contagiado de la soberbia europea, tu presunción de “civilizado” te pierde. No confíes en las bocas unánimes de tus cañones y de tus fusiles de acero. No te enorgullezcas de tu maquinaria que puede fallar. Es incurable tu ceguera. ¡Sigues viendo en el hombre de tez bronceada a un ser inferior de otra especie distinta a la tuya, hijo de Adán, nieto de Jehová! Tu ideología no cambia en lo cotidiano: reencarnas a Sepúlveda, el doctor salmantino que negó humanidad a los indios de América.
“Altanero dominador de cinco siglos: los tiempos son otros. Es la ola de los pueblos de color que te va a arrollar si persistes en tu conducta suicida. Arrogante colonizador europeo, tu ciclo ha concluido. La tierra se poblará de Espartacos invencibles.
Y tú, hombre de los Andes, persiste en ti mismo, cúmplase tu sino. Obedece el mandato de la tierra, si vives con su alma; pero no te consuma el odio. El amor es demiurgo.
Haciéndote grande y fuerte el blanco te respetará. Triunfarás sin ensangrentar tus manos puras de hijo del campo. Sueñen los malvados con el Sol de Sangre; en tu alma regenerada sólo brillará el rayo del sol que besa la tierra en la santa cópula de todos los días.
Como en la cósmica armonía, los dos mundos girarán dentro de sus órbitas, por igual, el hálito creador del Rey de los astros.”

Sesenta años después nuestro país vivió el Yawar Inti anunciado, setenta mil peruanos fueron inmolados en una cruel y sangrienta guerra interna en la que el pueblo indígena se vio en medio de dos fuegos de metralla: el fanatismo demencial de una ideología trastornada y una política brutal de contrainsurgencia de tierra arrasada.
El sol se tiñó de rojo y la muerte llenó de cuerpos inertes las sepulturas y fosas comunes, dejando millares de viudas, huérfanos y pueblos incendiados y destruidos.
Paralelamente como complementario dialéctico de este profeta del Yawar Inti, en 1930 José Uriel García, publicó “El Nuevo Indio”, pronosticando una etapa de concordia y reencuentro de las razas en pugna y el surgimiento de una nueva cultura mestiza que exhibiría las mejores cualidades de sus progenitoras. Los Nuevos Indios modeladores de una nueva historia serían los mestizos, blancos e indios, cultivados y educados, superando las limitaciones de raza o de sangre con las adquisiciones más sublimes del espíritu
El nuevo indio será más espíritu que sangre. La sangre separa… el espíritu une, ondula por el universo.
“La cultura mestiza en América, ha venido creando y desarrollando su propia identidad y su propio espacio en el proceso histórico. Esta identidad de síntesis dialéctica, tiene como paradigmas a grandes personalidades que son: “Los guías de nuestros pueblos, pensadores, artistas, héroes que dan modalidad al continente” –decía Uriel García- y agregaba, “El indio antiguo, hoy, es más sangre que espíritu; el nuevo indio debe ser más espíritu que sangre. Porque indígena es el hombre que crea en la tierra y no sólo el que procrea. Nuevo indio no es, pues, propiamente un grupo étnico sino entidad moral, sobre todo”.
Las razas puras están condenadas a desaparecer, la rueda de la evolución se dirige a mezclarlas cada vez más fuertemente hacia un hombre universal. “Mientras la raza subsiste como sangre, subsiste la tradición. Pero cuando se acreciente como “espíritu”, como espíritu dominador de la sangre, avanzará la cultura. La sangre limita y separa; el espíritu unifica, funde y ondula por el universo” –escribió Uriel García-.

Era preciso reinventar al hombre andino y evitar el choque racial y tanta muerte innecesaria.
Pero, la lucha final no fue racial, sino entre clases de explotadores y explotados que devino en guerra militar del estado contra fracciones insurgentes armadas, enturbiadas por el narcotráfico. El resultado fue igualmente trágico, destruyó al país, engendró desconfianza y odio, desestabilizó y condujo a la derrota del movimiento popular y a la crisis de sus instituciones representativas con una dictadura cívico-militar que llevó al extremo del cinismo la corrupción y el crimen. Y el alma caída y dolida de la nación que es preciso, una vez más, sanar y recuperar.
El Cusco, inacabable venero de la cultura debe volver a recuperar su papel histórico, que Valcárcel, creía “providencial” y con él avizoró: “La cultura una vez más bajará de los andes” pero esta vez para toda la humanidad.

Ha quedado atrás la feudalidad la explotación colonial del indígena y del proletariado campesino, se ha ampliado la base democrática y hay mejora económica, nuevos ricos pero muchos más pobres, se ha dado paso a un capitalismo rentista neoliberal y vende patria.
Las organizaciones proletarias están en crisis, envejecieron sus métodos de lucha no lograron integrar a los pueblos nativos originarios ni a las multitudes de desclasados, informales y emergentes que son las verdaderas masas del país, la otrora gloriosa universidad es un organismo paralítico en descomposición que vive por inercia, infestado por parásitos, sin visión ni ambición para generar ciencia e investigación, apartados y ajenos a la vida social y económica de la patria. La politiquería sin principios ni ideas ha plagado como yerba mala los campos de la gran política obstruyendo el desarrollo. Hoy hace falta, más que nunca, el tiempo de un nuevo pachacutiy, y que un nuevo sol de justicia y libertad alumbre el nuevo día, el nuevo tiempo augurado por estos profetas de la andinidad.
Ya no son sólo clases las que luchan, son los pueblos y continentes enteros que buscan liberarse de un orden económico irracional, injusto que hoy domina el mundo.
El imperio, para seguirnos dominando, nos prefiere divididos, luchando entre nosotros dentro de un gallinero, manteniendo resentimientos fratricidas atávicos, mientras ellos nos despojan de todo lo que poseemos aún: materias primas, recursos energéticos, agua, para seguir derrochando y despilfarrando en su absurdo modo de explotación que está destruyendo el planeta.
Esencialmente, lo que Valcárcel, García, Mariátegui, Haya de la Torre, Porras o Basadre nos dejaron como herencia es el asumir el conocimiento, la preservación, la restitución y la conducción de un estilo de vida y cultura, un modo de producción justo, una forma humana de civilización, contrapuesta y antagónica a la decadente civilización occidental: la nueva civilización andina síntesis o hija del colectivismo comunista incaico y del socialismo mítico y mágico que buscaron Mariátegui y Arguedas, manifestada en el Inkarri y el pachakutiy: la resurrección toda la humanidad.

Cusco, Octubre de 1996
ETNOHISTORIA INCANISMO E INDIGENISMO
UNA APROXIMACIÓN A VALCARCEL
Escribe Julio A. Gutiérrez Samanez.
Como homenaje al Amauta del Indigenismo Dr. Luis E. Valcárcel Vizcarra en el 105 aniversario de su nacimiento, el Centro de Estudios Históricos Luis. E. Valcárcel del Cusco, presidido por el dinámico y joven estudioso de la Historia, Martín Romero Pacheco, ha organizado en ésta ciudad, un interesante seminario llevado a efecto en los días 16,17 y 18 de octubre en el Salón Consistorial del Municipio.
El evento auspiciado por la Comisión de Cultura del Municipio (presidida por la Profesora Telma Chacón, el INC y el Hotel Monasterio (cuyos directivos muestran una singular y saludable sensibilidad con la cultura y el arte), ha contado con la presencia del historiador Dr. Franklin Pease, docente de la Pontificia Universidad Católica de Lima, y autor de una vasta obra historiográfica y de nuestros paisanos escritores e investigadores: Jorge Flores Ochoa, Juan Núñez del Prado, Marco Álvarez, Eduardo Luza, Héctor Espinoza y Luis Nieto Degregori.
Muchos de los asistentes oyeron y vieron, por primera vez, al Amauta Valcárcel; todos enriquecimos nuestros conocimientos sobre las obras de este insigne cusqueño y moqueguano universal.
Alcanzamos a escuchar las disertaciones de Nieto, Núñez del Prado, Flores Ochoa y Franklin Pease, de ellas comentamos lo que sigue:
Nieto, retomó el tema sobre el discurso cusqueñista y el papel de Valcárcel en su elaboración. En un somero examen documentado de la obra juveniles “Del Ayllu al Imperio” y “Tempestad en los Andes”, nos mostró al incanista radical, autor de una visión lírica y romántica del incanato, que había vertebrado lo medular de un discurso que después fue repetido por sus seguidores hasta degenerar en pose demagógica, facilista y esquizofrénica, del chauvinismo etnocentrista de nuestra politiquería. Sin percatarse que el maestro, en estudios posteriores, había madura su pensamiento hacia una visión científica universalizadora de la Etnohistoria y Culturología del pasado incaico y el presente indígena.
Nieto Degregori estableció comparaciones entre el pensamiento de Uriel García en “El Nuevo Indio” y el de Valcárcel en “Tempestad en los Andes”. García era el opositor y complementario dialéctico de Valcárcel, tanto por su filiación marxista, como por estudios sociológicos y estéticos. Ambos condiscípulos de la Escuela Cusqueña, copartícipes de la Huelga universitaria de 1909, colaboradores del Rector Alberto Guisecke, de Roberto Latorre en “Kosko” y Mariátegui en Amauta, discreparon después. En 1926, Valcárcel lideró el grupo “Resurgimiento”, mientras, bajo la inspiración de García, apareció el grupo Ande y “kuntur”. El año 25, Valcárcel publicó “Del ayllu al Imperio” y en el 27 “Tempestad en los Andes”. Ese año García fue propuesto para postular al rectorado, al no ser admitido se declaró una Huelga estudiantil y la clausura del centro de estudios. En 1930 se publicó “El Nuevo Indio” de García y don Luis se mudó definitivamente a Lima.
Franklin Pease hurgó los pormenores del incanismo en el Perú y Sudamérica, sobre el origen de la visión romántica de un pasado esplendoroso del que se consideraron herederos los fundadores de la independencia, como lo reclaman en los Himnos Nacionales del Perú y Argentina (El prócer Belgrano, en la Argentina, quiso restaurar el incario y aún el propio Virrey La Serna estuvo tentado de coronar un soberano descendiente de la nobleza incásica)
Felipe Paz Soldán y el coronel Manuel de Mendiburo se había ocupado, superficialmente de algunos temas de aquel pasado. Por entonces era común el criterio de que los indígenas americanos eran supérstites degenerados y embrutecidos por la explotación colonial de una civilización ya arruinada y, hubo quienes pretendieron exterminarlos o cruzarlos, como si fuesen ganados, con razas superiores. Estudiosos y viajeros como el norteamericano Prescott, el español Sebastián Lorente, Squier y Midendorff estudiaron a los incas y su cultura, recopilaron y publicaron las crónicas y describieron sitios arqueológicos y tomaron información oral sobre restos culturales incaicos. Cabe anotar que en el Cusco de ese siglo, hubo también inquietud por estudiar a los cronistas y revalorar el pasado. José Palacios en su “Museo Erudito” (1837) publicó acerca del drama “Ollantay” y la Revolución de Túpac Amaru; Clorinda Matto escribió sus tradiciones tomadas de la tradición oral que todavía existía sobre el incario; en sus novelas denunció la explotación del indígena y en su actuación en el Círculo Literario de Lima y en la redacción de “El Perú Ilustrado” enarboló, junto con González Prada, el Indigenismo literario.
En el Cusco, las familias terratenientes cultas, poseían colecciones de huacos tejidos arqueológicos, como la familia del Dr. Lucas Caparó Muñiz. Se sabe también que en la Exposición Departamental del Centro Científico del Cusco (1897) se mostraron públicamente esos vestigios que hoy forman parte del museo de la Universidad.
Valcárcel bebió el indigenismo de sus maestros del Centro científico; el sabio Antonio Lorena (introductor de la cátedra de antropología física en la Universidad) y el botánico Fortunato L. Herrera; su contacto con Riva Agüero (1912) y con Hiram Bingham, el descubridor de Machupicchu, le señalaron el derrotero a seguir.
Pease advirtió las influencias de la sociología evolucionista alemana en Valcárcel, un sociólogo había planteado la tesis sobre el carácter comunista agrario del ayllu andino. Víctor Andrés Belaúnde había publicado “El Perú Antiguo y la Moderna Sociología”. Riva Agüero su Historia del Perú” (1910). Aquí agregamos la prédica indigenista de Ángel Vega Enríquez en “El Sol” y a través del Centro Nacional de Arte Historia; los estudios de Uriel García sobre el arte incaico y los de González Gamarra, sobre el mismo tema; la tesis de Alviña sobre la Música Incaica; la influencia de Sabogal durante su estadía en Cusco; los estudios de Luis F. Aguilar sobre las comunidades de los indígenas; la “Misión de Arte Incaico”, que viajó a Buenos Aires, bajo la dirección del propio Valcárcel, influyeron en su obra “Del Ayllu al Imperio” (1925, escrito desde 1916) hito remarcado por Pease, para la formulación del indigenismo cusqueño, porque puso en el orden del día el debate sobre los temas del indio y el incario, prédica que recogiera José Carlos Mariátegui en “Amauta” y los intelectuales y políticos de la revista “La Sierra” de Lima.
Tanto Flores Ochoa como Pease y Núñez del Prado, rescataron y diferenciaron las obras de madurez de Valcárcel. Ya en Lima, al alcance de las últimas investigaciones arqueológicas y antropológicas, en contacto con las publicaciones más recientes, que él mismo hacía traducir, el historiador fue recreando y transformando su antigua versión romántica y pasadista del “incario sin inca” o de vuelta al incario, por una concepción cultural científica del incanato, elaboró un sistema y metodología propios, para el manejo de la enorme masa de conocimientos brindados por los investigadores de campo con los que reconstruyó la historia inca en su más aproximado proceso real. Para ello, hizo uso de una clasificación sistemática de categorías sociológicas que, como expresó Núñez del Prado, dieron como resultado una matriz universalizable para la clasificación del material cultural. Hecho que cobra enorme importancia sabiéndose que “la base sustentatoria de toda sociedad, es el despliegue de su material cultural o informativo”. La matriz mencionada constituye un poderoso instrumento para el estudio científico de las sociedades y una herramienta para la ingeniería social del futuro. Se trata de los estudios críticos y sintéticos sobre la cultura, publicados por Valcárcel en “Historia de la cultura antigua del Perú”. (1948). Una obra que como dijo el Dr. Flores llenó un vacío en la información bibliográfica, antropológica y sociológica de su tiempo.
Esos estudios teóricos junto con las excavaciones arqueológicas en Sacsayhuaman, hechas por él y las realizadas por Tello y otros investigadores en Chavín, Paracas, Wari y Tiahuanaco; los estudios de campo en las comunidades campesinas andinas, realizadas por antropólogos profesionales de universidades norteamericanas; el cotejo de datos con las crónicas, algunas recién descubiertas como las de Guamán Poma y los estudios lingüísticos del Quechua y Aymara, procesados en la obra del Valcárcel dieron una nueva concepción de los incas y preincas, su comunidad y enlace directo con la sociedad indígena andina contemporánea. Esta es la concepción etnohistórica, según explicación de Flores Ochoa.
Este esclarecimiento de lo que antes fuera mitología y retórica sentimental (como en “De la vida incaica” y “Del Ayllu al imperio”) permitió a su autor y a las nuevas generaciones de científicos formularse una definición de lo que es el Perú en su contexto histórico. Formulación que es un instrumento eficaz para la creación de programas y proyectos de desarrollo que, considerando la dinámica histórica real y existente en este espacio geográfico, puedan transformar efectivamente el país.
Así, el profeta avizor del Socialismo y el comunismo de los años veinte, activo conspirador antileguiísta y prisionero de ese régimen que, sesenta años antes, en “Tempestad de los Andes”, había reclamado un Lenin para el proletariado indígena, pronosticando la época del Yawar Inti y el baño de sangre que desató recientemente el terrorismo, prefirió trabajar en su gabinete, alejado de las luchas populares y campesinas forzado a colaborar con democracias y dictaduras; regímenes masacradores de indios, sin poder alzar su voz de protesta y aparentando, con astucias, cierto reaccionarismo, con el propósito expreso de descubrir el por qué y no sólo el cómo de los cambios sociales, dotó al país de un arma más eficaz que el fusil y la dinamita para revolucionarlo: el auto-conocimiento o reconocimiento del propio país, la toma de conciencia de su grandeza y limitaciones, la potencialidad para construir, como quería el Amauta Mariátegui, un Perú nuevo en un mundo nuevo.

Revista Cambio, Lima, 07 Marzo 1991
LUIS E. VALCARCEL: 100 AÑOS
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Al estudiar la época juvenil de las grandes figuras nacionales, observamos ejemplos de beligerancia y entusiasmo, muchas veces insurgente, que el tiempo se encargó de atenuar. La juventud es pues, una época de grandes pasiones e ideales que la edad adulta abandona.
Esto lo constatamos en la vida singular y larga del gran amauta del indigenismo peruano. Cuyo primer Centenario natal (8 de febrero de 1991) se recordará tanto en Ilo, la ciudad donde nación, como en el Cusco, la ciudad adoptiva donde el maestro recibió su exquisita formación.
La vida estudiantil del maestro fue rica en actividades e inquietudes. Participó en la primera huelga universitaria de Sud América en 1909. Colaboró en los diarios locales del Cusco. El Sol y El Comercio. Como miembro de la Asociación Universitaria colaboró en la Sierra y en la Revista Universitaria, fundada por el modernizador de la Universidad cusqueña, el joven rector norteamericano Dr. Albert A. Giesecke.
Después del descubrimiento científico del Machupicchu, Valcárcel orientó sus estudios al pasado incaico y a la creación del “indigenismo” como corriente ideológica.
En 1917 fue nombrado profesor universitario, llegando a la dirección del Museo Arqueológico y del Archivo Histórico.
En el año de 1923 viajó a Buenos Aires, encabezando una delegación de intelectuales y artistas cusqueños que alcanzó mucho éxito.
En mayo de 1924 formó parte del grupo de intelectuales que dieron vida a la “Universidad Popular” del Cusco. Dictó conferencias acerca de “El comunismo agrario” y “El socialismo” constituyéndose en el pionero de la difusión del pensamiento socialista en esta ciudad.
Por aquellos días, salió el primer número de la revista Kosko editara por Roberto Latorre y Luis Yábar Palacio, que fue dedicado a difundir la actividad de la “Universidad Popular”.
El Dr. Valcárcel dirigió un encendido discurso en el acto de inauguración, según afirma mi padre en su obra testimonial “Así nació el Cusco rojo”. Allí se lee “Valcárcel (…) comenzó su discurso con el vocativo de “camaradas” que no dejó de causar alguna sorpresa en el auditórium. El orador –continua JGGL- explicó el uso del término, manifestando que el tratamiento de “señores”, era propio de una sociedad feudal dividida en señores y siervos, pero que, entre obreros y trabajadores, el trato debía ser de camaradas, de hombres iguales en derechos.
El Dr. Valcárcel, por entonces, era un entusiasta admirador y apologista de la Revolución Rusa.
“El ochocientos –había dicho el maestro del indigenismo- fue la edad de la democracia liberal. El novecientos es la del Socialismo. La Rusia de los zares es hoy la república de los soviets. Petrogrado es Leningrado; la ciudad de Pedro el Grande recibe el nombre del apóstol del comunismo”.
“¿Y en el Perú?, ¿Qué hace la juventud encerrada en las pretenciosas torres de marfil de su exquisitez… de su egoísmo? Descienda a la planicie desde los globos cautivos de su egolatría. La hora es de fervor combativo, no de fría contemplación”.
“así pensaba LEV en 1924 –dice JGGL– muchos de los jóvenes que lo escuchamos recogimos su palabra admonitiva y entusiasma, aunque años después no lo encontramos en nuestro camino”.
Valcárcel tomó contacto con José Carlos Mariátegui siendo uno de sus informantes sobre el problema del indio y de la tierra. Fue también, distribuidor de la revista “Amauta” en el Cusco.
Mariátegui prolongo “Tempestad en los andes” (1927). Obra en la que el autor preconizó proféticamente, la resurrección de la raza quechua; el éxodo de la población andina hacia la capital, escenario político y económico que domina el país. Transformando esta ciudad, Por entonces feudal, aristocrática y oligárquica.
Luis Alberto Sánchez al comentar la obra, escribió que “la tempestad en los Andes se trocará en tempestad en el Perú”. Y, en efecto, hoy, la tempestad ha tomado características de un alud de violencia que amenaza con borrar del mapa la sociedad toda.
Luis Eduardo Valcárcel Vizcarra, hombre que consideraba a sí mismo pertenecer a tres siglos, murió a los 96 años el 26 de diciembre de 1987, preocupado por lo que el siglo XXI traerá al Perú.